domingo, 7 de agosto de 2011

Planes energéticos

El populismo invadió la energía

04/08/11 La política energética de corto plazo que instrumentaron los dos gobiernos kirchneristas obliga a administrar una frazada corta de la que todos tironean. Para agrandar la oferta interna de refinación y productos urge cambiar esta mala política.

Por Daniel Montamat EX PRESIDENTE DE YPF Y EX SECRETARIO DE ENERGIA

El populismo invadió la energía 

La crisis en el mercado de refinación y de combustibles es parte de la crisis global de la industria energética argentina.

El crecimiento de la demanda en estos años enfrenta una oferta doméstica estancada que debe ser complementada por importaciones crecientes a precios internacionales superiores a los del mercado interno . Los subsidios indiscriminados crecen exponencialmente para saldar las diferencias de precios con el producto importado. La política energética populista de corto plazo hoy obliga a administrar una frazada corta que todos tironean. Para agrandar la frazada (la oferta interna de refinación y productos) urge cambiar la política energética .

Hay tres distorsiones básicas en el sector petrolero aguas abajo que la política energética de estas dos administraciones ha profundizado: La distorsión entre lo que producimos y lo que demandamos . Demandamos esta estructura de productos derivados: 55% gasoil, 25% naftas, 9% fuel oil, 11% otros productos (similar a la europea). Durante décadas hemos sesgado la demanda de productos hacia el gasoil: por incentivos impositivos en los 90 (se buscó mejorar el tipo de cambio efectivo de la convertibilidad), por la degradación del transporte de cargas por ferrocarril desde hace años y por la escasez de gas natural para operar los ciclos combinados en los últimos años. La estructura de la oferta de refinación es 46% gasoil, 33% naftas, 12% fuel y 9% otros productos. Oferta y demanda no cuadran y, como de un barril no se puede obtener la proporción de productos que uno quiere, en la década pasada empezó a faltar gasoil, que debimos importar, y había excedentes de naftas, que exportábamos. Con el fuel oil se dio el incomprensible negocio de exportar saldos e importar un producto de menor calidad al mismo tiempo, vía Venezuela.

La segunda distorsión viene dada por el desacople entre el crecimiento de la demanda de productos y el estancamiento de la capacidad de refinación . La demanda de gasoil creció en la década un 46% y la de nafta un 45%. Hace décadas, en cambio, que la capacidad de refinación nominal de la Argentina está planchada en 35 millones de m3 año. Con un agravante: está preparada para recibir una mezcla de alrededor de 15% de crudos pesados, pero la producción nacional tiene una proporción de 40% de crudos pesados. Deberíamos exportar pesados (lo hacemos) e importar livianos (no se puede hacer por el divorcio de los precios internos respecto a los del mercado internacional). Entonces, frente a una demanda de productos que crece deformada y sostenidamente, la refinación está estancada y subutilizada por no tolerar una mayor mezcla de crudos pesados. En el 2009, con menor actividad por el año recesivo procesamos 30.436.000 m3 de productos, y en el 2010, en pleno despegue, 30.339.000 m3. La consecuencia es que tenemos que importar crecientes cantidades de productos. El año pasado importamos 3.100.000 m3 año de gasoil, sobre una demanda total de alrededor de 16.000.000 m3 año. El año pasado empezamos a importar naftas y este año importaremos más.

La tercera distorsión proviene de las señales de precios de toda la cadena de valor petrolera, retenciones y controles mediante.

El crudo argentino se vende al mercado doméstico a 53 US$ el barril, aunque por la referencia que fija la retención debería venderse a 42 US$. El litro de súper en surtidor sin impuesto promedió en el trimestre 2.5 $, pero si hay que importar ese litro hay que pagar 4.1$. El litro de gasoil promedió 2.3$, pero el importado se pagó 4$. Como nadie importa a pérdida, el Estado nacional subsidia la operación resignando impuestos. Pero con la suba de los precios internacionales aun la importación desgravada no termina de cerrar.

La suma de estas distorsiones ha generado, desde el punto de vista de la demanda, problemas de escasez, desabastecimiento, precios paralelos y racionamiento en ciertas zonas . Desde el punto de vista de la cadena de comercialización, las distorsiones han generado serios problemas de rentabilidad y muchas quiebras . Cerraron más de 2000 estaciones de servicio (30%) en la década, cuando el parque automotor creció un 50%.

En lo inmediato hay que importar más para superar la escasez. Pero para que cambie el panorama y empecemos a hablar de agrandar la frazada (más refinación, más productos domésticos) hay que cambiar la política energética . Son tentadores los reacomodamientos dentro de la cadena a expensas de otro: productores contra refinadores, refinadores contra estacioneros, etc., pero duran poco.

No hay que confundir puja por escasez con mayor competencia en el mercado. La primera es consecuencia de una política equivocada; la segunda es parte de la política alternativa.

Fuente: Clarin 4 de Agosto

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