martes, 4 de octubre de 2011

Energía en rojo: las importaciones vuelan y saltó el déficit comercial

Por Alcadio Oña

En Foco – Clarin 1 de Octubre
aona@clarin.comDEFICIT CRECIENTE. DANIEL CAMERON, TITULAR DE ENERGIA, EN UNA REUNION EN EL SENADO. Ampliar

DEFICIT CRECIENTE. DANIEL CAMERON, TITULAR DE ENERGIA, EN UNA REUNION EN EL SENADO.

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El balance entre exportaciones e importaciones energéticas ya está en rojo. O peor, en rojo subido.

Por primera vez en mucho tiempo, la cuenta arroja déficit, y fuerte: US$ 2.852 millones entre enero y agosto. Contrastado con el superávit de US$ 924 millones que hubo durante el mismo período del año pasado, el resultado canta una pérdida de 3.776 millones de dólares .

Esa es una lectura directa sobre los costos que acarrea sostener la estructura energética en el estado en que se encuentra, hecha en base a estadísticas del INDEC.

Otra, la del ministro de Planificación. “No existe ningún déficit energético, porque en la Argentina a nadie le falta energía. Si se ha recurrido a la importación como complemento , es producto de la fabulosa expansión que afortunadamente vive el país”, ha dicho Julio De Vido.

En realidad, al ritmo que corre, el desequilibrio energético va camino a los US$ 6.000 millones o más el año próximo, según estiman especialistas del sector. Y no hay manera de ocultar el problema.

El proyecto de Presupuesto enviado al Congreso calcula un superávit comercial global de US$ 8.579 millones para 2012. Y aun cuando no incluya mayores precisiones, es obvio que el déficit energético representará una carga pesada. Más todavía: ha empezado a comerse el saldo total y los dólares de la super soja.

Así es, considerando como válida la proyección del Presupuesto. Un relevamiento del Banco Central, entre consultoras privadas y universidades, baja el superávit global a US$ 4.372 millones. En esta hipótesis, el panorama para el año que viene pinta bastante más complicado.

Si las importaciones son un complemento, tal cual sostiene De Vido, son un complemento enorme, caro e insustituible : nada circunstancial.

Valen, nuevamente, las estadísticas del INDEC. Entre enero y agosto, aumentaron un 113% respecto de igual período del año pasado, y no por culpa del precio internacional del petróleo: puestas en cantidades, subieron 57%. Así de grande es la dependencia del exterior.

Y lo que llega de afuera, en magnitudes imparables, es gas natural de Bolivia –todo el que sea posible–; gas licuado, gasoil y fuel para abastecer las centrales térmicas y hasta directamente electricidad. Sin semejante combo, en la Argentina faltaría energía, y mucha .

Basta con detenerse en algunos artículos del mismo Presupuesto. Las importaciones de gasoil y fuel libres de impuestos duplicarán a las de 2011. Y las garantías del Estado para comprar combustibles y electricidad ascenderán a $ 10.000 millones, 4.000 millones arriba de 2011 . Encima, vendrán naftas.

Una medida bien elocuente es el costo en divisas que sale tapar los agujeros del sistema. En los primeros ocho meses, las importaciones energéticas sumaron US$ 6.875 millones, según el INDEC. Más, en realidad, porque el instituto oficial no computa las de electricidad.

Llamativo, para el caso, en lo que sucede en la cuenta con Brasil. La estadística argentina dice, por combustibles y lubricantes, US$ 315 millones. La de la Secretaría de Comercio Exterior brasileña da para gasoil, fuel y energía 770 millones, el doble.

Fuentes privadas calculan que este año la factura ascendería a US$ 9.500 millones , y a cerca de 12.000 millones el próximo.

Sólo con observar las planillas del INDEC surge que, en la era K, las importaciones crecieron nada menos 859% . Ningún de complemento, pues avanzan siempre a marcha acelerada.

El problema de fondo, claramente estructural, asoma en la caída de la producción de hidrocarburos. Bajo las diversas formas de abastecimiento, alrededor del 20% del gas que hoy consume la Argentinas es importado : llegaría al 25% el año próximo.

Hijas de la necesidad, las estrellas recientes en este firmamento son los barcos que traen gas licuado, que aquí es convertido en gas natural e inyectado a la red. Los cargamentos habían sido 12 hace dos años; pasaron a 22 en 2010 y saltarán a 66 ahora. Para 2012 se esperan unos 70 . Y a las dos plantas regasificadoras existentes, pronto el Gobierno le agregará otra.

Seguro que el cuadro es producto de la expansión de la economía y del consumo, si uno hace la lectura del ministro de Planificación. Pero también, del retroceso en la producción de gas, a partir de 2004, y del bajón en la petrolera, desde 1998. En la caída, arrastraron a las exportaciones y buena parte ocurrió, sin vueltas, durante la gestión del kirchnerismo.

Importaciones y subsidios a las tarifas de luz y gas ya forman una mezcla explosiva . Una montaña de plata, como lo sabe, entre otros, el secretario de Energía, Daniel Cameron, que sin suerte ha alentado cambios a este modelo.

La consecuencia, casi inevitable, es que el próximo gobierno deba encarar el problema: augurio de subas progresivas en el costo de los servicios para los sectores de ingresos medio bajos, medios y altos. Algo mucho más concreto que la leyenda alusiva a los subsidios en las facturas.

Si Cristina Kirchner se hereda a si misma, como parece descontado, cargará con el costo político de la decisión. Y con el efecto inflacionario.

Aun exprimiendo otra vez al Banco Central y peor si persiste la fuerte fuga de capitales, no sobrarán dólares. Parece cantado que serán reforzados los controles sobre las importaciones, pero con las energéticas existe una barrera firme: sin ellas, habrá trabas en el proceso productivo .

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