miércoles, 10 de febrero de 2016

Pese al aumento, no se ahorró luz en la primera semana de febrero


Los usuarios incrementaron su consumo de electricidad por el calor; las empresas esperan una leve moderación, pero sólo cuando lleguen las primeras facturas

LA NACION
Miércoles 10 de febrero de 2016
Foto:Archivo
250 1245
Para el consumidor promedio de electricidad, el calor sofocante del verano puede más que el temor a pagar una abultada boleta de luz a fin de mes, incluso si llega con aumentos superiores al 500%. Al menos eso dejan entrever los números oficiales de consumo de energía en la primera semana de febrero, que marcó el debut de los nuevos cuadros tarifarios tras 12 años de congelamiento de precios.
Pese a la amenaza de fuertes subas y a la promesa de bonificaciones para quienes disminuyan su consumo (uno de los temas más comentados la semana pasada), los usuarios prefirieron no ahorrar luz por anticipado y prender sus acondicionadores de aire.
El viernes pasado, a las 17.30, una semana después de que el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, anunció ajustes en las tarifas de luz, la demanda eléctrica en la ciudad de Buenos Aires, el conurbano y La Plata alcanzó los 8050,19 megavatios (MW) y se ubicó 18% por encima del mismo valor de la semana anterior, cuando regían precios más convenientes.
La misma tendencia se impuso a nivel nacional. A esa hora, la demanda de todo el país estuvo cerca de los 21.000 MW, mientras que siete días antes apenas había superado los 19.000 MW.
La respuesta a ese comportamiento de la demanda hay que buscarla en la temperatura, la variable más importante que pesa sobre el consumo de electricidad, antes incluso que la salud del bolsillo, según advierten los especialistas.
La explicación es relativamente sencilla: cuanto más calor hace, más se usan los acondicionadores de aire. No sólo en cuanto a encendido, sino también al nivel en que se pone la temperatura. Aunque la diferencia entre poner el split en 24°C o en 23°C puede resultar casi imperceptible para el cuerpo, se trata de números enormes si se los mira desde el punto de vista del consumo eléctrico a nivel nacional.
Según los especialistas, por cada grado que se baja la temperatura en el aire acondicionado, se gasta un 8% más de electricidad.
A las 14.00 horas del viernes pasado, uno de los horarios de mayor consumo, el termómetro llegó a 32°, una marca mucho menos acogedora que los casi 28° de la semana anterior. En esa diferencia está la respuesta al comportamiento de los consumidores.
En mayor o menor medida, el escaso interés de los usuarios por ahorrar luz se repitió en toda la semana, pese a que uno de los intereses del Gobierno con el nuevo esquema tarifario es promover un uso más eficiente de la energía, algo que está difundido desde hace años en otros países.
"Es de suponer que con mayores precios la gente se va a cuidar", pronostica Francisco Mezzadri, un economista especializado en temas energéticos, pero en la misma frase advierte: "Después de tantos años de precios controlados, nada de esto está bien estudiado en la Argentina. Creo que la suposición de que la elasticidad es muy grande es un poco exagerada. En los '90, la tasa de crecimiento fue parecida a la de estos años. Es decir, con o sin control, la demanda de energía creció fuerte", resumió.
Las opiniones en el Gobierno también están divididas. Por ahora, hay sobre todo expectativa con respecto al comportamiento de los usuarios a largo plazo. Por un lado, no hay antecedentes de un aumento del 500% en las facturas con una inflación esperada en torno del 25% anual.
Las empresas distribuidoras de electricidad consideran algo similar. Un ejecutivo de Edenor que pidió reserva de su nombre reconoció que en su zona de concesión la demanda se incrementó en la primera semana de aumentos, pero al mismo tiempo sugirió que los consumidores comenzarán a prestarles mayor atención a los nuevos precios de la electricidad cuando comiencen a llegar las primeras facturas con aumentos. Eso ocurrirá de manera plena a partir del 1° de marzo.

Premio y castigo

Si los consumidores mantienen su conducta como hasta ahora, deberán afrontar el mayor peso previsto en los aumentos. Por ejemplo, un usuario que consume 182 kWh por mes y recibía subsidios pagará este mes $ 150. Aunque el número parece módico si se lo compara con otros consumos, como la televisión por cable o el celular, implica un incremento del 500% con respecto a los números de enero. En cambio, quien reduzca un 10% su consumo sufrirá un aumento de 388%. El castigo será menor para quien baje al menos 20% sus necesidades, ya que pagará con un recargo del 312% o, en otros términos, se ahorrará casi un tercio de la tarifa completa. En esa situación (puede haber variaciones para quienes hayan perdido el subsidio o hayan renunciado antes), se encuentra casi el 80% de los consumidores metropolitanos.
Los usuarios de las provincias, que tampoco registraron ahorros en la primera semana de aumentos, también pagarán una factura distinta si disminuyen su consumo. Aunque el precio de la electricidad seguirá siendo más caro que en Buenos Aires, los valores mayoristas contemplan una rebaja de entre el 22 y el 37%.
A las empresas no les resulta indiferente el comportamiento de los consumidores. Tanto Edenor como Edesur se comprometieron a mejorar la calidad del servicio antes de diciembre de 2017, cuando vence el período de emergencia eléctrica que declaró el Gobierno en diciembre pasado. Para eso harán inversiones, pero la marcha de la demanda influirá en la calidad final del servicio.
En otros términos, si se reduce el consumo, será más fácil mejorar la prestación. El presidente de una de las mayores compañías del sector lo dijo la semana pasada en una reunión privada: "Aunque nuestro negocio mejora cuanto más vendemos, a todos nos vendría bien estar más tranquilos".
En despachos oficiales destacan dos puntos: todavía no llegaron las facturas con los aumentos plenos, que podrían tocar algún nervio de los consumidores que los oriente al ahorro. Pero reconocieron que quien tiene el aire acondicionado, en un día de calor, lo prende.
Aranguren y su equipo sospechan que hay derroche de luz por los bajos precios. Sobre ese margen, todavía imposible de medir, actuaría el tarifazo. Por todo eso, incluso el propio Gobierno reconoce que la evolución de la demanda tras los últimos aumentos será un caso de estudio para la academia.

El calor pudo más


Demanda eléctrica antes y después del aumento


En esta nota:

No hay comentarios: